miércoles, 16 de octubre de 2013

Un acercamiento pictórico "A ella"


A Ella

Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.

Y mientes: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.

Obrando tú como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa el trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.

No así el viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.


Salvador Díaz Mirón, en Lascas

Las múltiples posibilidades de expresión e interpretación que permite la literatura me otorgan un motivo y una acción para trasladar una serie de imágenes que surgieron a partir de la lectura de un poema, objeto de este estudio. 
Estas posibilidades resultan de una particular sensación que me produjo el poema "A ella", de Salvador Díaz Mirón, para plantear un tema concreto y confrontarlo con ejemplos del canon de belleza occidental. 
Sin embargo, no resulta fácil dilucidar una cualidad pictórica como propósito de interpretación y análisis del poema, amén de la cualidad musical que pudiera sugerir el ritmo y la acentuación de las palabras; es posible, no obstante, ver en el poema elementos técnicos (visuales) que componen esta particular forma literaria.
Mi intención, pues, más allá de una diferencia entre un poema y una pintura del poema, se dirige a la forma en que puede llegar a nutrirse una representación artística de la otra. Para ejemplificar esta visión me ajustaré a aspectos técnicos y, en consecuencia, a la plasticidad que sugiere el poema.
El poema a dilucidar es un soneto clásico (que se compone de versos endecasílabos, rimas consonantes y disposición de rima abrazada en los cuartetos y alterna, o pareada, en los tercetos). Este poema, para cumplir con la métrica, cuenta con varias sinalefas, algunas de ellas formadas por tres sílabas. Véase la primera estrofa del soneto:

Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.

Este primer cuarteto sugiere plasticidad con palabras que refieren la cima de una cumbre helada reflejada por el rayo del sol, cuya reflexión produce una especie de embriaguez a través del sustantivo vino, y representa de esta manera una visión dionisiaca. Esta sugestión, no obstante, contrasta con esta forma clásica de la métrica española:

Y mientes: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.

El tema propuesto es, en principio, un paisaje, una perspectiva; un personaje neutral (el yo poético), y una protagonista implícita. 
Se puede apreciar que los cuartetos coinciden en su intención paisajista, pero en vez de desarrollarse la acción en una cima, en el segundo cuarteto la visión se traslada a un plano terrenal, a un monte; la referencia al campo, a las plantas con sus respectivas flores y árboles, refiere la imagen de un paisaje campirano.
Para contrastar el movimiento, existe una pausa en la acción de otro personaje retratado: el peregrino. Para ambientar con música el paisaje, se incluye un elemento naturalmente cantor: un ave. Se cumple lo que el soneto implica como unidad, pues éste representa el tema en los cuartetos, y el desenlace, como una reflexión o una consecuencia de lo planteado en los cuartetos, en los tercetos.

En los tercetos, delimitados tanto por su forma métrica como estilística, el inicio del desenlace presenta un elemento maniqueo (expresado con la frase “rapaz avieso”), y contrapone la primera parte del poema, con el canto (de “el trino”), que caracteriza el reposo o tranquilidad de un ave, véase:

Obrando tú como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa el trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.

No obstante, en esta parte también se da pie a la transformación del yo poético, se hace énfasis, valga la paradoja, dionisiaco a una forma apolínea, véase el terceto final:

No así el viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.

La forma adquiere una circularidad en el segundo terceto cuando cierra con los dos mismos versos del segundo cuarteto, y temáticamente se propone la belleza que sugiere un ideal: una mujer con su natural misterio. En este otro terceto, se hace nueva pausa para adjudicar el eterno embeleso que proporciona la admiración de una beldad (del lector en el poema o el espectador, “el viandante”, en palabras del poeta).

Pero en la pretensión de explicar la plasticidad que sugiere este poema, lo trascendente radica no sólo en la disposición de la forma sino también en el contenido del poema, esa particularidad a veces inefable que sugieren las palabras; y lo relevante es encontrar elementos plásticos en este poema, como un efecto sinestésico, implícitos en los versos, para esto hay que atender a los sentidos principalmente, en un nivel que implique abstracción de una realidad. 
En este afán de ejemplificar la plasticidad que sugieren las cualidades rítmicas, presento los elementos teóricos que sustentan esta idea. La versión del teórico Samuel Ramos (sobre arte y poesía) permite saber que el poema se puede nutrir de la pintura o la pintura de la poesía. Así el poema se nutre de un paisaje, no exactamente pintado, sino plasmado en la naturaleza misma: “todas las obras de arte están hechas de eso que se llama la materia prima y ésta tiene que extraerse de la naturaleza.” (Ramos, Prólogo a Arte y poesía. 17).
A pesar de no ser contemporáneo, pero con el afán de continuar proporcionando otros elementos teóricos que sustenten la idea de plasticidad en este ensayo, recurro a la tesis de Lessing. Él menciona en el Laocoonte diversas teorías acerca de la apreciación de la pintura y la poesía. Se puede entender que en este libro la poesía cuenta con un recurso, la sugestión que será la llave para aprehender una realidad artística en otras de misma naturaleza toda vez que: “lo que encontramos bello en una obra de arte no son nuestros ojos los que lo encuentran bello, sino nuestra imaginación a través de nuestros ojos. Así pues, si una misma imagen puede ser suscitada en nuestra imaginación por medio de signos arbitrarios y por medio de signos naturales, en los dos casos debe surgir en nosotros la misma sensación de complacencia, aunque no en el mismo grado.” (Laocoonte. 53).

Sirvan estos elementos teóricos, a grandes rasgos, para interpretar el poema de Díaz Mirón que, según lo que percibo al leerlo, refiere a una protagonista implícita, una belleza que embelesa, una verdad que puede asimilarse con la embriaguez que sugiere el reflejo de la luz en la vista del contemplador. Dicho con otras palabras, “A Ella” puede ser la naturaleza personificada en una mujer o una mujer que personifica a la naturaleza. “A Ella” (en ambos casos) es lo que da vida esa realidad que emana del poema.
Al poeta le corresponde atribuir un momento de contemplación a la belleza. “A Ella” es el motivo, la causa que embriaga al demiurgo, la causa de sus desvelos, de sus hambres, de su instinto y raciocinio. Cada palabra adquiere una imagen sugerida por un sustantivo, esta imagen es la que al trasladarse a la palabra escrita proporciona una semblanza o la magnificencia que un paisaje despierta en los sentidos. Hay que aclarar que, para llegar a un grado de contemplación de una imagen, debe existir cierta libertad que permita establecer conexiones extrasensoriales y encontrar la imagen de la belleza.
A manera de conclusión, un poema en tanto pintura de la naturaleza puede ser discurso artístico libre, y como discurso complementario e interdisciplinario es menester que el arte recurra a la libertad, con esto el poema cuando despierta una imagen bella en el ánimo del espectador o el receptor permite experimentar una visión plástica, o viceversa: una poética en la pintura.



Glosario:

Rima abrazada: Es la organización que consiste en que un grupo de cuatro versos riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero: ABBA. (124).

Sinalefa: Es el enlace de sílabas por el cual se forma una sola de la última de un vocablo y de la primera del siguiente. "Para que tres o más vocales pertenecientes a más de una palabra formen una sílaba métrica, es imprescindible que el orden de disposición de las mismas vaya de la más abierta a la más cerrada, o de la más cerrada a la más abierta, o que la más abierta esté en el centro.” (Domínguez Caparrós: Métrica española. 66).

Soneto: Es un poema formado por catorce versos de arte mayor –endecasílabos, en su forma clásica– con rima consonante. Los ocho primeros versos tienen dos rimas consonantes distintas, normalmente distribuidas de la siguiente forma: ABBAABBA [...] Los seis últimos versos tienen dos o tres rimas consonantes, distintas de las de los ocho primeros, y su distribución es muy variada, con tal de que no haya más de dos versos seguidos con la misma rima. (Domínguez: Métrica española. 227).


Bibliografía

Díaz Mirón, Salvador, “A Ella” en  Lascas. Planeta/Joaquín Mortiz, México 2002, 106 pp.

Domínguez Caparrós, José, Métrica española, Síntesis, Madrid, 255 pp.

Lessing, Gotthold Ephraim, Laocoonte, (intr. y trad. de Eustaquio Barjau). Tecnos, Madrid, 1990, 212 pp. [colección metrópolis].

Ramos, Samuel, “Prólogo” a Arte y poesía de Martin Heidegger. Fondo de Cultura Económica, México, 3ª r.i., 1982, pp 7-25.

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