sábado, 14 de septiembre de 2019

Breves aproximaciones al muay thai, o al arte de vivir en paz


"Si vis pacem, para bellum" Vegecio


A pesar de que la traducción de esta locución del escritor romano Vegecio (ca. 383 d.C. - 450 d.C.) suela discutirse, una interpretación general y aceptable de este adagio es: “si quieres paz, debes prepararte para la guerra”, como una máxima para aprender a vivir tranquilamente procurando paradójicamente, por ejemplo, las artes marciales.

A este propósito, es conveniente hablar de un deporte a menudo considerado como extremo y prohibido en varios países: el muay thai. Sin embargo, esta disciplina tiene un gran poder de convocatoria en nuestro país y amplia proyección internacional, amén de sus representaciones en películas clásicas de acción y artes marciales, como El Dragón de Oro, Kickboxer, Ong-Bak, y hasta en videojuegos como Street Fighter y, por supuesto, de las impactantes peleas transmitidas por la Ultimate Fighting Championship (UFC). ¿Pero qué es lo que atrae a varios adeptos a este deporte extremo y por qué es una disciplina digna de ser incluida en las Artes Marciales Mixtas?

Considerado como un símbolo nacional de la identidad e historia de Tailandia, el muay thai (“boxeo tailandés”, en español) es un arte marcial y deporte de contacto muy eficaz, que se realiza de pie y con golpes que combinan técnicas con piernas, brazos, pies, codos y rodillas. También conocido como el arte de las ocho extremidades, el muay thai tiene como raíz al muay boran, variante tradicional y arte marcial que incluye figuras y técnicas de defensa y ataque a mano abierta, luxaciones, lanzamientos y derribos.

Quizás uno de los principales atractivos de esta disciplina sea el origen de arte superior durante los primeros reinos de Tailandia. Por ejemplo, era utilizado como entrenamiento para los soldados del Reino de Sukhothai, que existió entre los años 1238 y 1408. En otras etapas fue extendiéndose no solamente como entrenamiento de autodefensa para los soldados sino también para todo público, hasta que en la era del rey Narai se convirtió en deporte profesional y se establecieron espacios abiertos delimitados por una cuerda en forma cuadrada para marcar el área de combate.

A partir de 1993 se inaugura la Federación Internacional de Muay Thai Aficionado, (IFMA, por sus siglas en inglés) y la integran 130 países de todo el planeta. Actualmente, el muay thai es reconocido no solo a nivel internacional sino también incluido en la Asociación Internacional de Juegos Mundiales, tanto que en 2015 se llevó a cabo la Copa Mundial Universitaria de Muay Thai en Bangkok.

Pero, ¿cómo es que una disciplina indochina como el muay thai ha tenido una excelente acogida en otras latitudes como en México? La respuesta puede parecer obvia. Podríamos argumentar que en un contexto de crisis sociales en la que la seguridad pública se ha visto seriamente mermada, las personas buscan saber defenderse ante una amenaza inminente. A grandes rasgos, las crisis sociales no solo han afectado las relaciones interpersonales sino también los valores o principios morales de cada persona.

Probablemente por esto, un deporte como el muay thai que obedece a comportamientos éticos llame tanto la atención, toda vez que, independientemente de las reglas que lo rigen, existen rituales que se consideran fundamentales en esta disciplina. Un ejemplo es el wai kru, que deben realizar los nak muay (practicantes), antes de combatir. O sencillamente el tradicional wai, saludo que se realiza juntando las palmas en muestra de respeto.

Además de las técnicas de defensa y ataque de las varias artes marciales milenarias orientales e indochinas, las cuales merecen mención aparte, el muay thai tiene un código de ética y normas de cortesía que lo distinguen y lo hacen universal: ser cortés y educado con todos cada vez que sea posible; no ser violento en palabra, pensamiento o acciones; entrenar y ejercitarse regularmente; mostrar respeto a las leyes de la naturaleza; entre otras reglas no menos relevantes que, en un país como el nuestro, tienen excelente acogida entre niños, jóvenes y adultos.

Aun cuando los tiempos actuales sean difíciles y de incertidumbre en varios aspectos, el entrenamiento físico y espiritual siempre será una buena combinación digna de valorarse para contrarrestar la deshumanización a la que orillan tanto la falta de inversión en educación pública de calidad como las crisis económicas.

Tal vez por esta misma razón, el muay thai sea tan popular actualmente, toda vez que también se enfoca en el desarrollo personal. De ahí que existan varias escuelas o gimnasios que incorporan la enseñanza del muay thai como entrenamiento de alto rendimiento con apego a valores fundamentales y a fortalecer el carácter.

Así que si estás pensando en un entrenamiento integral, lejos de solo incrementar los músculos de tu aspecto físico mediante ejercicios corporales, puedes aprender también a ejercitar tu mente, a forjar el carácter y, por supuesto, a conocer las técnicas de defensa y ataque de este interesante arte marcial que, en ciertos momentos críticos, nos puede ayudar a seguir cultivando el arte de vivir en paz.
                                                                                                                
Con información de www.los3dragones.com.

Fotografías: David Dare Parker 



martes, 3 de septiembre de 2019

¿Cel o no cel? He ahí la cuestión

Lejos de pretender argumentar contra la prohibición, cuando se trata del uso de los dispositivos móviles en las escuelas habría que plantear el problema desde varias perspectivas, a fin de ver qué tan pertinente resulta utilizar o no los teléfonos celulares en las aulas, o si solo es necesario cambiar las estrategias para que los alumnos los utilicen con fines didácticos.

Y es que parece que sirve más orientar al alumno para que aprenda desde su dispositivo móvil que prohibirle el uso. Naturalmente, esto requiere un uso eficaz y una supervisión docente igualmente eficaz. Sin embargo, es aquí donde el dedo en la llaga arde de sobremanera.

Las tendencias sirven como un termómetro para medir cómo se encuentran las preferencias de los usuarios. Pongamos un ejemplo: el uso de la telefonía móvil en los conductores de autos. A pesar de que hablar o textear mientras se conduce es ahora la principal causa de accidentes viales, según la Cruz Roja en reportes recientes (vea https://noticieros.televisa.com/historia/hablar-o-textear-primera-causa-accidentes-viales/), y pese a que las leyes mexicanas de tránsito y vialidad prohíben el uso de teléfonos celulares, ha generado un fenómeno que los desarrolladores de automóviles han aprovechado para crear los vehículos autónomos, cuyo uso ha generado también un debate sobre si resultarán o no un avance para el transporte de las personas y las mercancías (véase Los vehículos autónomos no acabarán la congestión vehicular).

Por lo pronto, en Francia ya se prohibió el uso de los teléfonos móviles a chicos de secundaria. El argumento es simple pero contundente: evitar que los niños se desconcentren de las actividades académicas (véase Francia prohíbe a alumnos usar celular en las escuelas).

Sin embargo, nuestro contexto social y cultural es muy distinto y distante al europeo. En México más que una novedad resulta un mal necesario: al igual que los vehículos de combustión interna, son necesarísimos para realizar gran parte de la comunicación diaria entre amigos, familiares y un gran etcétera. No obstante, este aparente avance en las comunicaciones produce al mismo tiempo un fenómeno inversamente proporcional: la despersonalización de la comunicación humana. Es decir, así como nos sirve para comunicarnos con alguien de manera inmediata hasta el otro lado del planeta en cuestión de segundos, así también puede alejarnos del compañero(a) de enfrente o al lado de la mesa.

Ante esta paradoja de la posmodernidad, la fascinación que produce en las personas el uso de la tecnología móvil es tanta que se ha convertido en prácticamente una extensión del cuerpo humano indispensable para casi todas las actividades cotidianas. A tal nivel de necesidad ha llegado que resulta igualmente casi imposible separarse de este y, cuando se pierde, olvida o se le separa, se produce un verdadero conflicto.

El uso excesivo o abuso del teléfono celular en los alumnos puede provocar no solo efectos adversos en el aprovechamiento sino también efectos nocivos propios de una adicción: ansiedad, enojo, entre otros síntomas considerados dentro de la nomofobia (del inglés No Mobile Phone Phopia), un trastorno psiquiátrico producido por adicción al cell (véase La nomofobia: la adicción a nuestros celulares).

Entonces, ante el dilema que resulta de usar o no el cell en el aula, hay que sopesar en qué medida y por qué razón es justificable usarlo, toda vez que esto implica un reto adicional en una era donde convivimos generaciones que hemos presenciado la transición de lo analógico a lo digital con las nuevas generaciones que lo primero que vieron en este mundo fue un teléfono celular con una cámara grabándolas.

Hay, pues, que concienciar a los alumnos, capacitar a los docentes, así como a padres o tutores, para que colaboren en una propuesta de solución al problema de una tendencia que crece cada día más y es, al parecer, irreversible.

Viajes en el tiempo, un trasfondo del descubrimiento de los hoyos negros

El 10 de abril de 2019 pasará no solo a la historia de la ciencia sino también a la historia de la humanidad. La comunidad científica internacional publicó este día los resultados de una larga investigación que muestra a través de una fotografía la existencia de un hoyo negro detectado a 55 millones de años luz de nuestro planeta, en la galaxia M87 en la constelación de Virgo.
Gracias al éxito del Telescopio del Horizonte de Sucesos (o EHT, por sus siglas en inglés), experimento propuesto por el profesor Heino Falcke, de la Universidad Roadboud en Holanda, en colaboración con 200 científicos, se logró captar la silueta que proyecta el umbral (el horizonte de sucesos o punto de no retorno) alrededor de este agujero negro supermasivo 6,500 millones de veces más grande que nuestro sol.
Simulación de un "Horizonte de sucesos", recuperado de https://www.kn3.net/charly_red_1970/31-5-2-6-7-9-7-B9B-JPG.html
En conferencia de prensa, la comunidad científica de nuestro país dio a conocer la noticia y la trascendencia de este descubrimiento. Aunque ya algunos científicos habían informado en sus reportes de investigación sobre la existencia de estos fenómenos del espacio -Albert Einstein, por ejemplo, fue el primero en hablar de esta singularidad del espacio-tiempo en su teoría general de relatividad en el año de 1905, así como recientemente el astrofísico teórico Stephen Hawking, quien centró gran parte de sus investigaciones precisamente sobre este tipo de singularidades del espacio-tiempo-, faltaba una evidencia práctica o visible para nosotros los seres humanos comunes y de a pie.
A este propósito, una de las preguntas realizadas a la mesa integrada por importantes científicos fue qué aplicación tiene o tendrá saber que existen este tipo de fenómenos astronómicos.
La simpleza de esta pregunta resulta sumamente reveladora porque, al fin y al cabo, toda investigación científica se traduce en avances tecnológicos: el GPS, la fibra óptica, la tecnología inalámbrica, entre otras aplicaciones, son los resultados de muchos años de investigación científica. Aunque los científicos presentes resaltaron la importancia de esta sencilla pero fundamental pregunta, se mostraron muy conservadores y prudentes en su respuesta, toda vez que no hablaron de lo que ya otros científicos y escritores de ciencia ficción habían comentado a propósito de lo que significa la existencia de un gran agujero negro en el espacio sideral.
Quizás la primera idea que tenemos en mente cuando se habla de un gran hoyo negro en el espacio es que tal vez nuestro planeta sea absorbido por este. A pesar de que no se descarta esta posibilidad -al menos no en lo que nos resta de vida a estas generaciones y la de nuestros hijos; Stephen Hawking dice que a la humanidad le quedan seiscientos años de vida en el planeta y que éste colapsaría por la explotación humana (aunque esta predicción es harina de otro costal)-, hay otra que comprende que haya un hoyo negro en el espacio: la probabilidad y posibilidad de un atajo en el espacio-tiempo por la enorme deformación que produce este fenómeno en el tejido espacio-temporal.
Einstein hablaba ya de esta singularidad en su teoría de la relatividad, al percatarse y predecir que la luz se curvaba al pasar por ciertos astros de gran masa. Stephen Hawking en su libro Brevísima Historia del Tiempo (en coautoría con Leonard Mlodinow), específicamente en el capítulo de "Agujeros de gusano y viajes en el tiempo", adelantó una arriesgada -pero no menos probable- posibilidad de estas curvaturas en el tapete espacio-temporal: los viajes en el tiempo.
"La idea de agujeros de gusano entre diferentes regiones del espacio-tiempo no es un invento de los escritores de ciencia ficción, sino que procede de una fuente muy respetable. En 1935, Einstein y Nathan Rosen publicaron un artículo donde demostraron que la relatividad general permitía lo que denominaron 'puentes', y que ahora son conocidos como agujeros de gusano."
Se puede decir que esta posibilidad de que haya deformaciones del tapete espacio-temporal es el principio de los viajes en el tiempo, ya que, si las teorías se comprueban, sería igualmente posible trasladarse por esos canales o tubos hacia otra época y distancia. Aunque esto ocasiona muchas paradojas a las leyes de la física hasta entonces conocidas, Stephen Hawking no descarta esta posibilidad.
"El motivo es que cuando el espacio-tiempo es deformado suficientemente para que el viaje en el tiempo hacia el pasado sea posible, los cálculos demuestran que los efectos mecanicocuánticos pueden contrarrestar la deformación que permitiría el viaje en el tiempo. Aún no está claro si es así, de manera que la posiblidad de viajar en el tiempo permanece abierta."
Esta idea que se encuentra como un trasfondo es al parecer la que podría revolucionar las leyes de la física hasta entonces conocidas. Sin embargo, para que esto se lleve a cabo Hawking también reconoce algo muy obvio: hace falta la ingeniería o una máquina capaz de hacerlo. Pero, así como ya muchas investigaciones y experimentos se han llevado a cabo, estos viajes serían posibles y se realizarían a través de este tipo de deformaciones del tejido espacio-temporal del universo, los cuales fueron captados por primera vez en fotografía y mostrados a todo el mundo luego de más de 100 años de la primera investigación científica que sospechaba y predecía la existencia de estos hasta hoy invisibles hoyos negros.
Con información de https://www.bbc.com/mundo/noticias-47880446.

domingo, 2 de junio de 2019

Sobre la traducción de títulos de películas

Cartel de la película "Rosemary's Baby" de Roman Polanski

Debo admitir, en principio, que no soy traductor profesional pero me esfuerzo en comprender un tanto la importancia de traducir correctamente el título de una película y su correspondiente relación con el contexto. La mayoría de las veces en las que me he aventurado a traducir he concluido que esta labor es compleja toda vez que hay que considerar tanto la cultura como la ideología de un país o varios países para obtener buenos resultados. Sin embargo, tampoco niego que me saca de mi órbita ver una película extranjera con un título que difiere de sobremanera o tan ajeno que, en algunos casos, no tiene relación alguna con el nombre original ni con el contexto de la obra en cuestión.
Hay que empezar por definir qué es traducción. Traducir es trasladar, verter una información o el sentido de algo de una determinada lengua a otra. La traducción, por ende, implica una serie de factores fundamentales: la influencia de la cultura (entendida como conjunto de costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, en una época, grupo social) y la ideología (ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento político, religioso, etc.), tanto de la lengua materna como de la extranjera.
Asimismo, otros elementos relevantes son, obviamente, la preparación del traductor, la originalidad de la obra, el conocimiento de los autores, toda vez que constituyen parte esencial en la traducción de un texto.
Los títulos se incluyen dentro de un tipo de textos llamados "paratextos" (epígrafes y notas a pie de página también se consideran paratextos o elementos que rodean un texto central). Por lo tanto,  la "paratraducción" es la traducción de paratextos.
Luego de estas aclaraciones veamos algunos casos de traducción de títulos (paratraducciones) de películas en que el título original ha sufrido un cambio a modo.
Pongamos por ejemplo un par de nombres. El primer caso es de una traducción literal: Back to the future o Volver al futuro. A pesar de la paradoja que encierra este título, la traducción directa no afecta al significado, en el entendido de que el lector de esta frase puede imaginarse que se trata de un viaje temporo-espacial narrado en una historia de ciencia ficción. Pero qué sucede cuando la traducción cambia y se interpreta como, por ejemplo, en este otro título: Rosemary's Baby que pasó a algunos países hispanohablantes como La semilla del Diablo.
Indudablemente, en la elección de esta traducción entran en juego criterios subjetivos y, por ende, susceptibles a la discusión. Sospecho que gran parte de estos criterios obedecen más bien a lineamientos comerciales, un tanto a los culturales, y quizás, en mínimos casos, a aspectos gramaticales. También creo que el traductor en estos casos se enfrenta a problemas que tienen que pasar por el filtro de la cultura, de la ideología dominante, de un entorno particular para llevar a cabo su labor.
Entonces, ¿cómo traducir cultura, ideología, en un espacio tan reducido como lo supone el título de una obra? ¿Qué importancia tiene el mercado, la oferta y la demanda, en el traductor, para que un título se traslade de una u otra manera?
Pienso que existen prejuicios, creencias y tabúes sobre temas que pueden estar implícitos en una obra. En el caso de la película basada en la novela de Ira Levin y dirigida por Roman Polanski, la obra tal vez no se relacionaría con el drama y el terror si no fuera por un cambio total en la traducción del título de la película. Dicho de otra manera, ¿cómo se supondría que el título "El bebé de Rosemary" sugiriera en el lector que la película en cuestión tratara un tema de terror diabólico? Evidentemente, aquí el cambio radical de la traducción del título original fue súper atinado y al mismo tiempo sumamente necesario para atraer al público aficionado a este género cinematográfico.
Por otra parte, el riesgo se encuentra en que la paratraducción puede resultar muy desafortunada, máxime si lo que se pretende es atraer al público con la elección de un nombre muy explícito.
Pero, bueno, vamos a ver qué nos ofrece este año las traducciones al español de los títulos de películas extranjeras. Y qué tan atinadas son.

'La carta robada' de Edgar Allan Poe en la 'era de la información'

Grabado basado en "La carta robada"

Qué tan poderosa puede llegar a ser una información confidencial en manos equivocadas es, a grandísimos rasgos, la cuestión que se encuentra implícita en "La carta robada", de Edgar Allan Poe, en el cual se narra desde el punto de vista del relato policiaco -del cual Poe era un gran maestro y de hecho es considerado el padre del género.
Una "carta" es la representación de un comunicado o información formal entre dos o más sujetos. Hoy en día pertenece más bien al ámbito de la tradición epistolar de quienes tenemos cierta añoranza o nostalgia por el género. Sin embargo, en la actualidad tiene una relación muy especial con lo que se lleva a cabo en los ámbitos de la informática, la política, el comercio y la mensajería en Internet.
Esta comparación viene muy a cuento por los recientes casos de ciberataques y revelaciones que han puesto de cabeza a políticos, famosos, instituciones o gobiernos de uno o varios países. Pensemos en el ya emblemático caso de Julian Assange y Wikileaks, el portal de información que reveló los abusos militares de Estados Unidos en Afganistán. Asimismo, en el ámbito de la farándula, el "Celebgate" o el robo de algunas fotos en cuentas que almacenan información en la "Nube" ha puesto también de cabeza a varios famosos, toda vez que esas imágenes muestran desnudos que han causado revuelo en la comunidad internauta y en sus seguidores.
Pero, para regresar al punto de partida, la idea fundamental es que existen similitudes en este tipo de crimen, por llamarlo de una manera, con el relato clásico de Edgar Allan Poe, en el que se cuenta cómo una carta robada por un vival que frecuentaba las grandes esferas políticas es de capital importancia, pues éste chantajeaba al autor de la misiva con develar una información muy delicada ahí plasmada y que, para bien o para mal, fungía como un arma poderosa.
Y es que hoy en día la información es precisamente como una especie de arma que puede ser letal y puede desencadenar -o ha desencadenado ya, de hecho- nuevas guerras. Se trata de una nueva modalidad de ataque y contrataque que realizan sujetos en conflicto, una especie de ciberguerra que está marcando esta era de la información y que, a pesar de que la diferencia es que no hay muertos, sí hay daños colaterales a la economía y la confidencialidad de datos empresariales o comerciales. Por ejemplo, el reciente conflicto que se derivó por el hackeo a mails y cuentas personales de la casa productora Sony Pictures como consecuencia de la temática del filme La Entrevista, y el "fuego" de declaraciones que se abrió entre los gobiernos de Estados Unidos y Corea del Norte.
De cualquier forma, más allá de las similitudes y diferencias entre literatura clásica y esta era de la información, lo cierto es que la guerra siempre ha estado presente y que sólo ha cambiado la forma de llevarla a cabo. Por esta razón, siempre será bienvenida la lectura o relectura de los clásicos de las letras universales, pues, más allá de un ánimo pretencioso, el acierto de Edgar Allan Poe es que, a pesar de haber escrito este relato más hace más de 150 años, muestra la aún vigente faceta oscura de la naturaleza humana.

Sobre el robo de una placa a la tumba de Mark Twain

Mark Twain (Florida, Misuri, 30 de noviembre de 1835-Redding, Connecticut, 21 de abril de 1910). Fotografía de A. F. Bradley (Nueva York, 1907).

La ignorancia es uno de los grandes males que existe sobre la faz de la tierra. A veces por ignorar algo o a alguien cometemos crasos errores. Sin embargo, como de blanco a negro hay varios matices de gris, es necesario decir que hasta en la ignorancia hay niveles. Por una parte, se encuentra la ignorancia deliberada y, por otra, la ignorancia natural. Esta última hasta cierto punto puede eximirnos de cualquier adversidad (mas no de responsabilidad), toda vez que no se debería juzgarnos por desconocer algo o porque simplemente no lo hemos aprendido o no nos lo han enseñado. Pero, por otra parte, la ignorancia deliberada es, o puede ser, cruel y despiadada, porque aquí interviene la voluntad de no querer saber y, por ende, el no importarle lo que pueda acaecer.
Viene a cuento esta reflexión por una noticia de la cual me he enterado recientemente, en la que se refiere que han robado una de las placas de bronce representativa en un monumento de la tumba del escritor norteamericano Mark Twain, cuyo verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens (1835-1910).
De acuerdo con la noticia dada a conocer por la agencia Associated Press, la placa fue sustraída del cementerio de Woodlawn en Elmira, al norte de New York, por lo cual la policía ya investiga quién o quiénes fueron los autores del robo.
Mientras tanto, lo que en cierto momento y lugar pudiera parecer insignificante, toda vez que puede llegar a ser muy frecuente que haya ladrones de este tipo de materiales que venden sin problemas en los recolectores de desechos, lo curioso es que se realizó en la figura del escritor reconocido por Las aventuras de Huckleberry Finn y Tom Sawyer -ambas basadas en las vivencias a orillas del Mississippi, esta última más autobiográfica que la primera-, y por lo tanto un hombre insigne de la cultura.
La pregunta obligada aquí y ahora es: ¿se habrán robado la placa de Mark Twain sin intención o deliberadamente?
Como sea que haya sido, lo que se busca en esta opinión no es juzgar el hecho en sí mismo sino en matizar la manera en que éste se concretó, pues siempre estará presente el dilema de si es o no válido robar por necesidad.
Lejos de querer catalogar como ignorante a quien cometió el robo, lo que resulta curioso es que gracias a este en apariencia insignificante hurto muchos, entre los que me incluyo, nos hemos acercado a la vida y obra de un importante escritor, aventurero, periodista que dio carácter popular y un humor muy singular, en el contexto de la era industrial (siglo XIX y XX), a las letras universales.
Por eso digo: "¡bienaventurados sean los pobres que robaron la placa de Mark Twain, porque de ellos será el reino de los cielos!".

Edgar Allan Poe, juez y parte

Edgar Allan Poe (1809-1849)

Ríos de tinta han corrido sobre la vida y obra de este genial autor. Por lo que estas humildes palabras no pretenden más que hacer una ligera precisión. Amén de los datos generales, como que se rumora que murió víctima de su dipsomanía a los 40 años de edad, que padecía delirium tremens por su vicio al alcohol y adicción a otras drogas. Sin embargo, además de ser considerado el padre del relato policial y del misterio, así como el renovador del cuento gótico, como escritor de cuentos, poemas, realizó una importante labor en la escritura de reseñas de crítica literaria en varios periódicos y revistas de Estados Unidos.
Hijo de actores itinerantes, huérfano a corta edad, Edgar Allan Poe nació en Boston, Estados Unidos, el 19 de enero de 1809. Fue bautizado bajo el nombre de Edgar Poe, pero a la muerte de sus padres fue adoptado por Frances y John Allan, una pareja acaudalada de Richmond, Virginia, que le dieron una esmerada educación. Pero el joven Edgar tenía un espíritu inquieto y rebelde. Pronto dimitió de la escuela militar y se entregó al vicio y al juego.
Falsificó el acta de nacimiento de su prima de 13 años Virginia Clemm para casarse con ella cuando él tenía 26.

Es considerado dentro de la historia de la literatura como un romántico, y generalmente reconocido como uno de los maestros del relato corto. Dejó a sus contemporáneos y a la posteridad una obra literaria compuesta de la mejor poesía y narrativa que se conoce con una brillantez propia del genio auténtico y sin parangones.

Mucho se ha dicho de su obra, principalmente de su narrativa y poesía. Sin embargo, poco, de hecho, de su faceta como periodista y crítico literario. A 210 años del nacimiento de Poe, me gustaría acercarme, como humilde homenaje y reconocimiento, a su papel de crítico literario que ejerció en varios periódicos.

En el libro Edgar Allan Poe. Crítica literaria. Vol. 1 se recogen los trabajos de lecturas realizadas por el maestro entre 1835 y 1840. Gracias a la traducción al español que corrió a cargo de Julio A. Sierra en la editorial argentina Claridad, podemos conocer sus opiniones, perspectivas y experiencias estéticas de los libros que leyó y posteriormente valoró en varios periódicos y revistas, como el Graham's Magazine, el Brodway Journal, el Southern Literary Messenger, Alexander's Weekly Messenger, Burton's Gentleman Magazine, entre otras publicaciones.

Como crítico literario Edgar Allan Poe fue mordaz, agudo, puntilloso, con un humor ácido que si acaso hubiera nacido en esta época probablemente se pegaría un tiro por ver el descuido de la inmediatez de las publicaciones en redes sociales. Y no es que yo sea un purista del lenguaje, sino por que él era un tipo muy exigente en este papel. No era casual, pues, que como escritor fuera un tipo destacado.

El oficio de escritor, quizás, no pudo haberse cristalizado de mejor forma si él no hubiera sido un asiduo lector ni, por supuesto, un crítico perspicaz, con el talento innato para valorar e interpretar de una manera rigurosa todo lo que caía en sus manos para leer, fuera esto bueno o malo. Algunos piensan que en la vida no se puede ser juez y parte. Pero, en asuntos de obras literarias, Edgar Allan Poe es y será siempre un caso excepcional.