miércoles, 16 de octubre de 2013

Un acercamiento pictórico "A ella"


A Ella

Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.

Y mientes: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.

Obrando tú como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa el trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.

No así el viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.


Salvador Díaz Mirón, en Lascas

Las múltiples posibilidades de expresión e interpretación que permite la literatura me otorgan un motivo y una acción para trasladar una serie de imágenes que surgieron a partir de la lectura de un poema, objeto de este estudio. 
Estas posibilidades resultan de una particular sensación que me produjo el poema "A ella", de Salvador Díaz Mirón, para plantear un tema concreto y confrontarlo con ejemplos del canon de belleza occidental. 
Sin embargo, no resulta fácil dilucidar una cualidad pictórica como propósito de interpretación y análisis del poema, amén de la cualidad musical que pudiera sugerir el ritmo y la acentuación de las palabras; es posible, no obstante, ver en el poema elementos técnicos (visuales) que componen esta particular forma literaria.
Mi intención, pues, más allá de una diferencia entre un poema y una pintura del poema, se dirige a la forma en que puede llegar a nutrirse una representación artística de la otra. Para ejemplificar esta visión me ajustaré a aspectos técnicos y, en consecuencia, a la plasticidad que sugiere el poema.
El poema a dilucidar es un soneto clásico (que se compone de versos endecasílabos, rimas consonantes y disposición de rima abrazada en los cuartetos y alterna, o pareada, en los tercetos). Este poema, para cumplir con la métrica, cuenta con varias sinalefas, algunas de ellas formadas por tres sílabas. Véase la primera estrofa del soneto:

Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.

Este primer cuarteto sugiere plasticidad con palabras que refieren la cima de una cumbre helada reflejada por el rayo del sol, cuya reflexión produce una especie de embriaguez a través del sustantivo vino, y representa de esta manera una visión dionisiaca. Esta sugestión, no obstante, contrasta con esta forma clásica de la métrica española:

Y mientes: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.

El tema propuesto es, en principio, un paisaje, una perspectiva; un personaje neutral (el yo poético), y una protagonista implícita. 
Se puede apreciar que los cuartetos coinciden en su intención paisajista, pero en vez de desarrollarse la acción en una cima, en el segundo cuarteto la visión se traslada a un plano terrenal, a un monte; la referencia al campo, a las plantas con sus respectivas flores y árboles, refiere la imagen de un paisaje campirano.
Para contrastar el movimiento, existe una pausa en la acción de otro personaje retratado: el peregrino. Para ambientar con música el paisaje, se incluye un elemento naturalmente cantor: un ave. Se cumple lo que el soneto implica como unidad, pues éste representa el tema en los cuartetos, y el desenlace, como una reflexión o una consecuencia de lo planteado en los cuartetos, en los tercetos.

En los tercetos, delimitados tanto por su forma métrica como estilística, el inicio del desenlace presenta un elemento maniqueo (expresado con la frase “rapaz avieso”), y contrapone la primera parte del poema, con el canto (de “el trino”), que caracteriza el reposo o tranquilidad de un ave, véase:

Obrando tú como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa el trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.

No obstante, en esta parte también se da pie a la transformación del yo poético, se hace énfasis, valga la paradoja, dionisiaco a una forma apolínea, véase el terceto final:

No así el viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.

La forma adquiere una circularidad en el segundo terceto cuando cierra con los dos mismos versos del segundo cuarteto, y temáticamente se propone la belleza que sugiere un ideal: una mujer con su natural misterio. En este otro terceto, se hace nueva pausa para adjudicar el eterno embeleso que proporciona la admiración de una beldad (del lector en el poema o el espectador, “el viandante”, en palabras del poeta).

Pero en la pretensión de explicar la plasticidad que sugiere este poema, lo trascendente radica no sólo en la disposición de la forma sino también en el contenido del poema, esa particularidad a veces inefable que sugieren las palabras; y lo relevante es encontrar elementos plásticos en este poema, como un efecto sinestésico, implícitos en los versos, para esto hay que atender a los sentidos principalmente, en un nivel que implique abstracción de una realidad. 
En este afán de ejemplificar la plasticidad que sugieren las cualidades rítmicas, presento los elementos teóricos que sustentan esta idea. La versión del teórico Samuel Ramos (sobre arte y poesía) permite saber que el poema se puede nutrir de la pintura o la pintura de la poesía. Así el poema se nutre de un paisaje, no exactamente pintado, sino plasmado en la naturaleza misma: “todas las obras de arte están hechas de eso que se llama la materia prima y ésta tiene que extraerse de la naturaleza.” (Ramos, Prólogo a Arte y poesía. 17).
A pesar de no ser contemporáneo, pero con el afán de continuar proporcionando otros elementos teóricos que sustenten la idea de plasticidad en este ensayo, recurro a la tesis de Lessing. Él menciona en el Laocoonte diversas teorías acerca de la apreciación de la pintura y la poesía. Se puede entender que en este libro la poesía cuenta con un recurso, la sugestión que será la llave para aprehender una realidad artística en otras de misma naturaleza toda vez que: “lo que encontramos bello en una obra de arte no son nuestros ojos los que lo encuentran bello, sino nuestra imaginación a través de nuestros ojos. Así pues, si una misma imagen puede ser suscitada en nuestra imaginación por medio de signos arbitrarios y por medio de signos naturales, en los dos casos debe surgir en nosotros la misma sensación de complacencia, aunque no en el mismo grado.” (Laocoonte. 53).

Sirvan estos elementos teóricos, a grandes rasgos, para interpretar el poema de Díaz Mirón que, según lo que percibo al leerlo, refiere a una protagonista implícita, una belleza que embelesa, una verdad que puede asimilarse con la embriaguez que sugiere el reflejo de la luz en la vista del contemplador. Dicho con otras palabras, “A Ella” puede ser la naturaleza personificada en una mujer o una mujer que personifica a la naturaleza. “A Ella” (en ambos casos) es lo que da vida esa realidad que emana del poema.
Al poeta le corresponde atribuir un momento de contemplación a la belleza. “A Ella” es el motivo, la causa que embriaga al demiurgo, la causa de sus desvelos, de sus hambres, de su instinto y raciocinio. Cada palabra adquiere una imagen sugerida por un sustantivo, esta imagen es la que al trasladarse a la palabra escrita proporciona una semblanza o la magnificencia que un paisaje despierta en los sentidos. Hay que aclarar que, para llegar a un grado de contemplación de una imagen, debe existir cierta libertad que permita establecer conexiones extrasensoriales y encontrar la imagen de la belleza.
A manera de conclusión, un poema en tanto pintura de la naturaleza puede ser discurso artístico libre, y como discurso complementario e interdisciplinario es menester que el arte recurra a la libertad, con esto el poema cuando despierta una imagen bella en el ánimo del espectador o el receptor permite experimentar una visión plástica, o viceversa: una poética en la pintura.



Glosario:

Rima abrazada: Es la organización que consiste en que un grupo de cuatro versos riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero: ABBA. (124).

Sinalefa: Es el enlace de sílabas por el cual se forma una sola de la última de un vocablo y de la primera del siguiente. "Para que tres o más vocales pertenecientes a más de una palabra formen una sílaba métrica, es imprescindible que el orden de disposición de las mismas vaya de la más abierta a la más cerrada, o de la más cerrada a la más abierta, o que la más abierta esté en el centro.” (Domínguez Caparrós: Métrica española. 66).

Soneto: Es un poema formado por catorce versos de arte mayor –endecasílabos, en su forma clásica– con rima consonante. Los ocho primeros versos tienen dos rimas consonantes distintas, normalmente distribuidas de la siguiente forma: ABBAABBA [...] Los seis últimos versos tienen dos o tres rimas consonantes, distintas de las de los ocho primeros, y su distribución es muy variada, con tal de que no haya más de dos versos seguidos con la misma rima. (Domínguez: Métrica española. 227).


Bibliografía

Díaz Mirón, Salvador, “A Ella” en  Lascas. Planeta/Joaquín Mortiz, México 2002, 106 pp.

Domínguez Caparrós, José, Métrica española, Síntesis, Madrid, 255 pp.

Lessing, Gotthold Ephraim, Laocoonte, (intr. y trad. de Eustaquio Barjau). Tecnos, Madrid, 1990, 212 pp. [colección metrópolis].

Ramos, Samuel, “Prólogo” a Arte y poesía de Martin Heidegger. Fondo de Cultura Económica, México, 3ª r.i., 1982, pp 7-25.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Algunas características fantásticas en “El retrato oval” (Apuntes de "Crítica literaria")




“Leí mucho tiempo y observé las obras con mucha devoción”
E. A. Poe

¿Quién no ha escuchado alguna vez la expresión “¡Fantástico!”, ya sea para calificar un suceso o para valorar una obra? Más allá de ser sólo un calificativo, lo "fantástico" en literatura cuenta con características específicas que lo diferencian de otras manifestaciones literarias.
Unos de los primeros en definir el término fue el escritor francés Guy de Maupassant (1850-1893), autor del relato -entre otros muchos más-  El Horlá, digno representante del género. Maupassant distinguió lo fantástico de lo maravilloso: el primer término permanece en una zona de ambivalencia entre respuestas racionales y sobrenaturales explicadas al lector, mientras que el segundo permite racionalizar los elementos sobrenaturales.
Otra definición de lo fantástico la proporciona el crítico franco-búlgaro Tzvetan Todorov (1939) en el ensayo Introducción a la literatura fantástica: “Lo fantástico implica (...) una integración del lector al mundo de los personajes; se define por la percepción ambigua que tiene el propio lector de los acontecimientos relatados”.
De acuerdo con la sociología del cuento europeo, con la democratización de la enseñanza, los medios impresos, el escritor asalariado, el sistema de préstamos y suscripciones, tertulias y salones literarios, publicación de libros, y modas, el siglo XVIII fue de vital importancia para el nacimiento de la crítica literaria moderna en el mundo occidental y, por tanto, para una mejor comprensión de los textos, en el entendido de que la crítica literaria -la cual se complementa con la teoría literaria, que aborda los textos a través de los estudios históricos, sociológicos, psicológicos, del análisis estructural, estilístico, semiótico, o mediante los estudios culturales- interpreta, se encarga de explicar, analizar, comentar y difundir los textos literarios.
De esta manera, por medio de la crítica literaria y desde un punto de vista estructural, me acercaré al cuento “El retrato oval”, de Edgar Allan Poe. Me enfocaré en referir por qué este relato pertenece al género fantástico, toda vez que en el texto literario es posible detectar los elementos internos de la obra que dan pie tanto a una lectura "entre líneas" como al reconocimiento del género por su "forma" y "fondo". 
Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que caracterizan a “El retrato oval” como un relato fantástico? Un punto clave dentro de las características es cuando el narrador-personaje refiere en primera persona (con la cual el lector puede sentirse partícipe en la trama) que él y su criado entran al edificio, que en apariencia había sido abandonado reciente y temporalmente, y describe aspectos del castillo. En el siguiente fragmento es posible observar un suceso aparentemente cotidiano que se ve invadido por uno sobrenatural o extraordinario, hay una ruptura de lo preestablecido en un marco cotidiano, de un ambiente que configura una realidad tangible o concreta, y lo cotidiano se deforma hasta llegar a un punto climático, a la irrupción de lo fantástico o lo extraordinario.

Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, encerradas en sendos marcos dorados, de gusto arabesco [...] ; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón pues ya era hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada, en que se criticaban y analizaban. [...]  La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro. 
        Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer”.

Amén del ambiente oscuro que sugieren las primeras líneas del relato, el lector podría preguntarse por qué ese edificio fue abandonado y por qué causas ingresan a éste, por cuánto tiempo, quiénes habitaban allí, etc. El no responder a esas cuestiones dota al relato de vacíos de información. No obstante, esta ambigüedad resulta muy eficaz para atrapar la atención del lector y conducirlo a la primera irrupción de lo fantástico de este relato,  un suceso extraordinario: el movimiento inesperado de la luz del candelabro que alumbró directamente donde estaba el cuadro de la joven¿Cómo racionalizar y explicar que de repente la luz se enfocara precisamente en un nicho del salón donde se encontraba el retrato oval para que el narrador-personaje viera esa pintura? Podría ser una coincidencia, pero nada es casual en literatura.
         En “El retrato oval” es posible hallar marcas textuales que apuntan hacia esta hipótesis: un relato fantástico (aunque bien podría incluirse en la literatura de horror, porque se nutre de sensaciones y experiencias extremas que a menudo no tienen una explicación inmediata y muestran situaciones que colindan con la locura y con el espanto; y por otra parte, con la de terror, porque surge de conductas o comportamientos aberrantes que se canalizan a través de una obsesión patológica que finalmente produce una reacción visceral), porque transgrede un principio de realidad (racional) y plantea otra realidad paralela (fantástica) que irrumpe abruptamente hacia el exterior, atravesando un primer plano que funge como base del relato primero.
Asimismo, es necesario aseverar que los temas recurrentes en este relato son el de la muerte, la locura y el erotismo mórbido. El ambiente y la atmósfera sugeridos representan espacios tanáticos, por ejemplo, a mitad del quinto párrafo, dice: “Había descubierto que el hechizo del retrato era la absoluta apariencia de vida de la expresión que primero me había sorprendido y después me había confundido, sometido y aterrado.” Esta cita sugiere con la frase "apariencia de vida" una síntesis de la obra, pues concentra un grado de percepción relativa a la confusión o extrañamiento de lo que implica la palabra "vida" -en contraposición con la acepción de "muerte"- y que le otorga una carga de "vitalidad" a un objeto, o el cuadro.
La locura se alude cuando el personaje-narrador refiere, en un primer momento, un grado de anomalía psíquica: “Esas pinturas, que colgaban no sólo de las paredes sino que también aparecían en los diversos nichos de la extraña arquitectura del edificio, causaron en mí un profundo interés, tal vez por mi incipiente delirium.” La referencia a este delirium concreta la idea de una alucinación o un desfase de la psique del narrador-personaje que puede ser detonado por una patología o un estimulante como una droga alucinógena.
El erotismo mórbido aparece cuando el retratista, aquél a quien se refiere el personaje, fue objeto del amor profundo de la doncella, quien, “humilde y obediente”, acata las órdenes de su esposo y se deja llevar por la extraña obsesión que le ofrecen los pinceles y el lienzo.
         Otro aspecto estructural del relato es el relativo a los procedimientos de construcción del cuento, los cuales a su vez corresponden a un mecanismo que muestra unidad de efecto e impresión, condensados en un relato breve (dos páginas y media): desde la introducción o proemio se dan razones que alcanzan un grado de verosimilitud, y aunque enseguida el relato refiere que el personaje se encuentra en un incipiente e inexplicable desajuste mental, la introducción otorga un atisbo de qué tipo de relato es y cómo se configura la historia, cuya dirección se desconoce pero se alude, lo que ofrece, además, un alto grado de ambigüedad al relato, característica por antonomasia de la buena literatura.
El procedimiento en este relato muestra una serie de argumentos que se introducen a través de otros textos (un relato segundo o paralelo), es decir, el empleo de la narración en tercera persona (la historia de los objetos de arte que se encuentran en el castillo, al que tanto el personaje principal como el criado se inmiscuyen con cierta inseguridad y por circunstancias no explícitas pero de imperiosa necesidad). Esta historia metaficcional o intercalada es la que pone una impronta climática al relato.
La unidad de efecto e impresión llega en el final. Predomina la narración en primera persona, lo cual le da un grado de verosimilitud al relato. La tipografía de las cursivas dan un guiño para mantener cierta tensión en el principio y en el desarrollo del texto, y atisbos de lo que sucederá en el final sin hacerlo explícito.
No hay que pasar por alto la presencia del entorno o el ambiente, toda vez que desde un punto de vista figurado el interior del castillo funge como la expresión del alma de los personajes, pues la narración del personaje central, cuyas descripciones del edificio en el que se encontraban el personaje y su criado sugieren la personificación de los objetos. Si se toma en cuenta que en el proemio se indica que el personaje se introdujo a este sitio por causas ajenas a su voluntad, pues éste se encontraba en un “grave estado”, y que inmersos en ese espacio -comparable con los recreados por la novelista inglesa citada en el cuento, Ann Radcliffe (1764-1823, considerada como la reina del género gótico)- fluye la historia que proporciona un ambiente tenebroso y un halo de misterio a una trama que, de principio a fin, atrapa al lector gracias a los elementos estructurales referidos que caracterizan a esta narración y que la dota de un gran valor artístico y sugestivo.


*La terminología utilizada en este ensayo provienen de mis apuntes de la clase del dr. Mario Muñoz en su cátedra de "Crítica literaria" en la Universidad Veracruzana.

FUENTES DE CONSULTA
Bates, H. E., “El cuento moderno” (trad. Por Adriana Cicero), en Teorías del cuento I. Teorías de los cuentistas. (comp. Lauro Zavala). UNAM, México, 1997, pp. 133-151. [Serie El Estudio].

Poe, Edgar Allan, “El retrato oval” en Narraciones extraordinarias. Las aventuras de Arthur Gordom Pim. Relatos cómicos. (Trad. María Victoria Telado Simó; prólogo por Isabel Guillén Pardo). Edimat, Madrid, 2000, pp. 223-225, [Colección Obras Selectas].

Puentes Sánchez, Jacqueline, “Características de lo fantástico”, en Una visión fantástica de El Horlá de Guy de Maupassant. Editora del Gobierno del Estado de Veracruz-Llave, México, 2002, pp. 23-35, [col. Clásicos Universales].


http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/el_retrato_oval.htm (consulta: octubre 2009 - mayo 2013)

viernes, 1 de marzo de 2013

El universo en un libro. Notas sobre "Maelström. Agujero negro"

Sólo deseo lo que tengo: mi generosidad es ilimitada como el mar, y mi amor tan hondo como él: cuanto más te doy, más tengo, pues ambos son infinitos.

De Romeo y Julieta, en “El amor en Shakespeare”, incluido en Maelström. Agujero negro, p. 145.



Hace unos días deambulaba absorto y pensaba en las múltiples conexiones que tienen las mínimas cosas con la totalidad, lo nimio con la relevancia, lo aparentemente fortuito con lo deliberado. Recordé entonces una lectura, el primer acercamiento a un par de conceptos que me hicieron aterrizar una idea, el título de un libro, y también, su portada. Por una parte, de estos dos factores depende que un libro atrape al lector; por otra, del contenido. El tema y la tesis, el texto y el contexto.
   El lector de Maelström. Agujero negro encontrará en este libro –que bien pudiera fungir como un anecdotario aparentemente sin un orden fijo ni secciones (los textos pueden estar revueltos entre uno u otro género sin menoscabo alguno, como objetos, para formar un todo particular, según la idea que sugiere Isaac Schifter en La ciencia del caos)–, en principio, dos epígrafes: un fragmento de “Un descenso al Maelström” de Edgar Allan Poe, en traducción de Julio Cortázar, y otro de Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne, al parecer la traducción de éste pertenece al autor del libro objeto de esta reseña; luego un prólogo, a modo de advertencia, y 19 relatos.
  Los temas, sutilmente representados en escenarios citadinos, en la selva, destacan personajes cosmopolitas, provincianos e indígenas, como “Una semana en el Amazonas”, relato de aventuras, de viajes, en los que se observan, según refiere el narrador-personaje, varios ríos, entre ellos el Guaviare, y después, el gran Amazonas, que alude al nombre de unas mujeres míticas habitantes de aquellas regiones, y selva que se propone como un itinerario intrincado y curiosos personajes: Johana, el chirri, y varias historias: de narcos y náufragos, así como varias referencias de varios autores: Fray Gaspar de Carvajal, Álvaro Mutis, Wade Davis, Joseph Conrad, Dante Alighieri, para completar este singular periplo por el Amazonas colombiano; los temas, pues, denotan el erotismo, como la “Fábula del mar en los ojos”, una microhistoria de amor, en la que los ojos serán la ventana que proporcionará la certeza de la cual emana ese sentimiento, y “El amor en Shakespeare”, especie de ensayo en el que se recupera, a través de varias obras citadas del dramaturgo inglés y contemporáneo de Cervantes, los efectos que provoca Cupido, el dios alado; la tristeza, como “El sentido de la melancolía”, en el que Román, protagonista de este relato, es un escritor que entra en el infierno, y Anastasia, su esposa, desarrollará una discusión común entre las parejas, a la vez que un narrador en apariencia ajeno define qué es la melancolía; lo trágico, como “Un muerto sin estatua”, en el que se relata el destino de un profesor homosexual asesinado por un albañil; lo paródico, como “La farsa y la gloria”, en la que Pedrolleras, un farsante que aspira a magnánimos triunfos académicos, toma venganza ante la posibilidad de realizar sus proyectos; la reflexión, como “El señor de los sueños”, cuento corto, en un párrafo, a la vez metáfora de lo que son y pueden ser los sueños, la materia que escapa y se diluye en la vigilia, expresa lo que puede implicar la fantástica experiencia del soñar, y “¿Qué es una mujer?”, microrelato que refiere, a grandes rasgos, el misterio que simboliza la presencia de una dama.
   Estos y otros temas –y relatos– aluden, por medio de la profundidad y lo inagotable de ellos, a los dos conceptos que dan título a esta obra, lo que bien pudiera resumir los temas en sólo dos, como también dos son los epígrafes, y dos las posibles interpretaciones de la portada: vista de pie pudiera asemejar un remolino orientado hacia la parte inferior izquierda, que da la impresión de girar velozmente en el océano, tragándose una selva; y al revés, un agujero que desde el lado superior derecho absorbe las estrellas, el universo, la masa circundante, a una velocidad apenas concebible.
   Ambos epígrafes sugieren, además, la semejanza que existe, o puede existir, entre un remolino que atrae y un agujero que absorbe (el cuento de Poe, “Un descenso...”, relata el funesto e inevitable sino que tuvieron algunos barcos y animales marinos, y la singular versión de un marinero que vivió para contar un descenso a una vorágine de una parte del océano glacial ártico; la novela de Verne, Viaje al centro..., una expedición hacia el núcleo del planeta a través de un volcán ubicado en Islandia, en cuya travesía los expedicionarios observan la asombrosa gama de paisajes, animales y relieves). Así, de lo micro a lo macro, desde la luz a la oscuridad pasando por diferentes matices, y viceversa, los temas, según sugieren el título, los epígrafes, los textos, la portada –como piezas dispersas que un arqueólogo recolecta y selecciona de acuerdo con la textura, color, tamaño, material, lugar y tiempo–, aparecen, paradójicamente, tal cuales objetos soterrados que han de recuperarse, y que inevitablemente atrapan al lector. Así pues, desde estas perspectivas, los temas son atraídos por un remolino, ya sea en el mar o en el espacio sideral.
   Pero, ¿qué otra relación conllevan estos epígrafes con el título de esta compilación?, ¿por qué el autor advierte en su prólogo que el lector “no tendrá carriles o huellas que seguir [y] hallará los más dispares textos, a veces los más descabellados...”?, ¿acaso se trata de una especie de libertad azarosa para que el lector deambule tranquilamente por el interior de este libro? Tal vez... Por ahora, como un investigador que va atando los cabos para tener, por lo menos, la certeza de haber sobrevivido a una vorágine citadina, en un mundo caótico donde el desorden se manifiesta como otro orden más, y sólo por eso, ser asimilado como tal para volver a la vida, otra vida, en otro tiempo y en otro lugar, soy ahora testigo de un descubrimiento.
   Marco Tulio Aguilera, autor de la saga Cuentos para después de hacer el amor, Cuentos para antes de hacer del amor, El imperio de las mujeres. Cuentos en lugar de hacer el amor; y otros como El amor y la muerte, Mujeres amadas, entre literatura infantil y otros títulos más, ha escrito Maelström. Agujero negro, un libro variado, con dos epígrafes que refieren, o sugieren, el título de esta compilación de relatos.
Regularmente, al terminar de leer –de releer–, rescato alguna palabra, un pensamiento o una reflexión. Y quizás la virtud de este libro radica en esto justamente: en que hay textos dignos de salvarse, cuyos temas –inmersos en remolino– atrapan al lector, redimensionándolo y transportándolo, por ende, a otros mundos.

Marco Tulio Aguilera. Maelström. Agujero negro. Universidad Veracruzana, Col. Ficción, Xalapa, 2009, 204 pp.

"Desde el portal", una perspectiva abierta


Si no fuera por el ejercicio de la memoria gran parte de nuestros momentos quedarían sin cobijo, sin sustento, caerían en un vacío, el olvido. Y, aunque el olvido pueda formar parte de la memoria, por fortuna, para nuestra fortuna digo, hay voces que se resisten al olvido de aquellos hechos que han marcado el sino de un país y, en particular, de un estado, el de Veracruz.
Anecdotario en el buen sentido, con historias vivas que no han caducado, tanto por la narración fresca del relato como por lo presente de los temas, las crónicas –las historias breves, los recuerdos delimitados por la palabra, en los que hay personajes dotados de sentido, de reflexión, de humanidad– pasan a través del tamiz de la narradora, de Marcela Prado Revuelta. 
A este respecto, nos dice Concepción Díaz Cházaro en la Presentación al libro que ahora nos ocupa: “Marcela nos va mostrando los cambios ocurridos y es como recorrer, en 30 años de crónicas, un camino que ya conocemos y que en ocasiones añoramos, así como repasar la historia reciente de esta ciudad y puerto”. 
Y así parece serlo, las crónicas –que datan desde abril de 1978 hasta la más reciente en 2009– sobre del puerto de Veracruz, sobre su carnaval, son las impresiones de una observadora que ha vivido en una sociedad compleja, y que nos muestra una visión muy personal, pero objetiva, con el rigor de la narración de hechos históricos, trascendentes; una visión crítica, en el sentido lato de la expresión: usa su criterio, juzga y cuestiona, a partir de sus vivencias, a los diferentes personajes de las historias de este libro, de este conjunto de relatos que convergen en una perspectiva particular.
Perspectiva dada desde un sitio privilegiado, pues para opinar sobre la realidad de este puerto de Veracruz hay que tener un sitio para observar (a los niños trabajadores, a los cuijes del puerto, los accidentes aparentemente nimios de los artículos del hogar, como el uso –o el deceso– de un teléfono, relatado a modo de fábula; la remembranza de la casa paterna y la fabricación de la comida casera que ubica un pasado idílico, y contraponerlo con un presente plastificado; o la atinada puesta del dedo en la llaga de aquel uso de la palabra “temporada” para referirse a la época navideña que añora y recuerda, a veces con sorna, la sobriedad del gasto diario, al ver el despilfarro de la gente cuando consume sin control ni menoscabo alguno, y cuando recuerda el precio de un juguete de un millón y medio, cuando aún no le quitaban tres ceros al peso).
Una visión crítica, expositiva, veraz, sin llegar al lenguaje visceral, por el contrario, es una visión lúcida, trascendente, ajena, por su estilo directo, al chisme y a los entuertos. Visión de sujeto femenino, sí, pero sujeto que relativiza aquella frase que dice “eterno femenino de mujer que sabe latín...”, y da un punto de vista certero sobre la realidad circundante. Visión culta, conocedora de la tradición, de la cultura clásica de occidente que refiere y alude, por ejemplo, a la requisa federal que hiciera el salinismo al puerto de Veracruz, el primero de junio de 1991. 
Visión de la cotidianidad, mas no por eso monótona, a los acontecimientos de una ciudad, a lo más profundo de ésta; las narraciones son breves, pero no por esto menos sustanciales, sino concisas. Literatura que se funde con la mirada y forma una percepción que se orienta al horizonte, y quizás al mar. Pero también es la visión de una madre, de una jarocha por adopción que conoce los inolvidables portales, calles y sitios tradicionales del puerto y de su natal Córdoba; visión que expone, a veces a modo de magister dixit, los problemas que aquejan a la sociedad.
Madre y alumna que recuerda con cariño a sus maestros de banquillo, a quienes dedica un texto; ama de casa, esposa, trabajadora en distintas actividades; amiga y defensora de la música veracruzana tradicional; sí, sabemos de sus gustos, pero también de sus disgustos, de lo que no le parece, de lo que no tolera; hay pues en estas crónicas las dos caras de la moneda, de los acontecimientos, de lo aparentemente cotidiano; contraste de culturas a través de un narrador singular.
Vistos por el tamiz de una periodista profesional, las crónicas refieren sucesos, el pago de la luz, el turismo, hasta los narco-corridos; temas de la tradición particularmente compleja del mexicano, temas profundamente adheridos a la forma de ser de la gente, como si en cada crónica nos viéramos retratados, como si cada una de ellas estuviera dedicada a la intimidad del hogar, y a la ciudad que abre sus brazos como una madre. Esto es lo que comprende, entre otros temas de igual aunque variado enfoque, la primera parte de este libro. Y la segunda parte son crónicas dedicadas a la farándula, que incluye también presentaciones y homenajes a conocidos personajes de la cultura artística nacional que Marcela Prado Revuelta ha conocido, pues es mujer de letras que nos ha develado su entorno, su visión, por supuesto, Desde el portal.

Marcela Prado Revuelta. Desde el portal. Crónicas de Veracruz. Editora de Gobierno del Estado de Veracruz (Colección Summa), Xalapa, 2009, 448 pp.

Björk, hacia un nuevo zeitgeist



Nancy González Palomino*,

Leobardo Lagunes Ganem**



“State of emergency, how beautiful to be/
State of emergency, is where I want to be”

Si hubiera que escoger un par de participaciones de la cantante islandesa Björk Guðmundsdóttir que resultaran las más significativas de su carrera y marcaran un hito en la historia de la música contemporánea tal vez éstas fueran la canción “It’s, oh, so quiet” (1995) y el drama  o filme Dancer in the dark (2000), de Lars von Trier.
   No menos trascendentes son los temas “Pagan poetry”, “Come to me”, “I miss you”, “Army of me”, “Isobel”, “So broken”, “Bachelorette”, “Joga”, y un vasto etcétera.
   La trayectoria profesional de Björk es larga. Formalmente inició a los 11 años de edad interpretando éxitos de The Beatles y Stevie Wonder en islandés, y luego incursionó en bandas de punk y jazz. Con el álbum Debut (1993) inició una brillante carrera como solista. Post (1995), Telegram (1996), Homogenic (1997), Vespertine (2001), Medúlla (2004) y Volta (2007) mostraron la evolución y versatilidad de la intérprete, tanto que en 2010 fue distinguida con el prestigioso Polar Music Prize.
    A propósito de su más reciente producción, Alonso Arreola en la reseña “Björk, por amor a la naturaleza” refiere una atinada crítica: “Biophilia (2011) rinde un amoroso homenaje al sonido, a la forma como el ser humano lo organiza ‘generosamente para transformarlo en música’. Visto así, como fenómeno natural pasado a través de la mente y el espíritu del hombre, el mundo acústico que Björk ha creado se relaciona con la física, la matemática, la tecnología, el diseño, la antropología y la geografía”. Agrega que el disco no sólo salió en formato CD y de manera digital sino que fue lanzado como una aplicación interactiva para iPad en la que se involucraron el sello independiente de Björk, Apple, National Geographic, investigadores, inventores y programadores de la Universidad de Sheffield y el Instituto Tecnológico de Massachusetts que, en conjunto, dotaron cada pieza con argumentos, instrumentos y semánticas precisas. (http://www.jornada.unam.mx/2011/12/11/sem-alonso.html). La aplicación para iPad fue el punto de partida para talleres con alumnos de entre 10 y 12 años que realizaron actividades que involucraban desde jugar con las canciones de Björk, analizar el ADN de una cebolla y ver cómo se divide una célula en una pantalla en alta definición (http://theventan.wordpress.com/2012/01/14). 

El concierto en la Cumbre Tajín
El 31 de diciembre de 2011 Arreola publica “La carta a los Reyes”, en la cual exhorta a lectores melómanos a cruzar los dedos para que algunas cosas lleguen o desaparezcan del aire en este 2012: “Que el disco tributo a Bob Dylan para celebrar los 50 años de Amnistía Internacional sea lo que todos esperan: una joya de enero. Que Trent Reznor haga más música para películas. Que David Bowie regrese a la carretera. Que Peter Gabriel renuncie a sus proyectos con orquesta. Que Thom York no vuelva a bailar en ningún videoclip de Radiohead (…) Sobre conciertos: que Björk y Primus pisen suelo azteca...” (http://www.jornada.unam.mx/2011/12/31/sem-alonso.html)
   El viernes 13 de enero, tal vez con el retraso propio de la crisis económica, los Reyes magos concretaron el deseo, al menos en parte, pues el Comité organizador de la Cumbre Tajín anunció la participación de la cantante islandesa en el festival de la identidad que se lleva a cabo cada año en Papantla, Veracruz (http://www.eluniversal.com.mx/notas/822569.html).
   La edición 13 concentró a un cúmulo de artistas y bandas, como Caifanes, Café Tacvba, División Minúscula, Janelle Monáe, Pink Martini, Willy Chirino, Bebe, entre otros de no menos renombre y talento durante los cinco días del festival. Pero fue la presentación de Björk la que desde el primer día generó mayor expectación.
   El 21 de marzo, miles de espectadores esperaron y corearon el arribo de la artista en el Nicho de la Música del parque temático Takilhsukut. El escenario contaba con un órgano de tubos al centro y un par de bobinas de Tesla laterales para generar electricidad y crear con ello efectos sonoros, tres pantallas para proyectar visuales, un par de músicos y un ensamble coral femenino. 
Björk, en la Cumbre Tajín 2012
Foto: Leobardo Lagunes Ganem
   En un intervalo del espectáculo llamó al respetable a guardar las cámaras y disfrutar el momento junto con ella; aunque no es la primera vez que lo hace, esa advertencia parece tener una relación nada fortuita. El exhorto a la conciencia en el momento justo del concierto fue claro y conciso, forma parte de una propuesta que ha iniciado una artista pensante, de gran sensibilidad y calidad humana a un público inmerso en grandes crisis globales. No es casual que el país natal de Björk, Islandia, amén de ser uno de los que tiene como garantía individual la educación superior, haya sido el único que mediante un plebiscito rechazó las políticas del Fondo Monetario Internacional, encarceló a los banqueros que endeudaron al país en el contexto de la crisis económica europea; reformó la Constitución y conformó un consejo ciudadano para un gobierno plenamente democrático y nacionalizó la banca (http://elpais.com/diario/2011/04/03/negocio/1301836465_850215.html).
   Un tema muy significativo fue “Joga”, durante el cual se proyectó en las pantallas un visual impresionante que mostró en pocos segundos una síntesis de la evolución milenaria del planeta Tierra, los movimientos de las placas tectónicas que formaron los continentes y que sugirió lo frágil de la vida humana -justo cuando un día antes un temblor de más de 7 grados Richter cimbró gran parte del centro y sur de nuestro país-, toda vez que la letra de esta pieza resulta un punto de quiebre, una ambigüedad que magnifica la propuesta audiovisual de Björk, y dota de significado a la defensa de la naturaleza y su injerencia en temas de política ambiental, conferencias y talleres de esta índole. 
   La cantante también nos deleitó con canciones del más reciente álbum, como “Crystalline”, “Hollow”, “Virus”, “Mutual Core”, en los que predominaron las secuencias electrónicas y armonías industriales. Asimismo los éxitos “Pagan Poetry”, “Hidden Place” y “One Day”.


Björk, en la Cumbre Tajín 2012 presentando Biophilia, su más reciente producción
Foto: Leobardo Lagunes Ganem
   Sin embargo, no parece casual que tanto “Declare independence” -tema con el cual concluyó el concierto- como el gran poder de convocatoria de Björk, amén de la propuesta interactiva de Biophilia, su particular y expresiva voz soprano, así como sus innovadoras composiciones y notable influencia ecléctica, formen en conjunto una suerte de proclama y representen, por ende, un nuevo zeitgeist ("espíritu de la época", en alemán), o la transición a una era de conciencia y amor a la naturaleza.

*Egresada del Instituto Tecnológico Superior de Misantla como Ingeniera Electromecánica. Fue programadora y conductora de un espacio musical alternativo de la estación de radio XEPT Misantla 1590 am.
**Guitarrista y editor interdisciplinario, egresado de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UV.

Un vistazo a los personajes de “En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli”

Los hombres en su vida terrenal persiguen lo concreto no menos que lo ideal...
R. Firbank, p. 106.

Al anunciarse en el título de un libro que las excentricidades de un cardenal son el tema principal, un lector ingenuo, en principio, bien pudiera pensar en cuestiones relativamente extrañas o anormales que escapan a la comprensión común, como por ejemplo los “milagros”. Pero, como reza el adagio popular “piensa mal y acertarás, también cabe otra posibilidad: las particularidades del temperamento, el carácter, la personalidad, los gustos, etc., del personaje en cuestión y el medio en el que se desempeña.
Esta posibilidad es, me parece, la que compete a En torno a las excentricidades del Cardenal Pirlelli, de Arthur Annesley Ronald Firbank (Londres 1886-Roma 1926), novelista inglés que fue un innovador literario de gran importancia, y que era “una figura indispensable de la bohemia artística del Londres de los años veinte”, asevera Sergio Pitol en el proemio. En este relato, continúa Pitol, existe “una viva conexión entre el Orden Superior y este de abajo del que es viva semejanza. Y viceversa”. La forma, hilada por medio de “retazos de diálogo que saltan con brío”, transmite, en conjunto, “una intensa sensación de esa realidad...”. Es así que “en casi todas las novelas de Firbank los motivos religiosos aparecen una y otra vez”, añade el Premio Cervantes en el prefacio.
Vale la pena, entonces, detenerse un instante en el análisis de estas particularidades, tanto del argumento como de la forma, con el afán de mostrar unas cualidades de esta novela, una de las más notables, según Pitol, de Firbank.
Al principio de este relato el narrador refiere el bautizo de Crack, un cachorro “policía”, ocasión en la que un grupo de personalidades presencian la ceremonia, en Clemenza –una ciudad ficticia que alude en gran parte a una ciudad española– ante una concurrencia que se apresta para el acto de inmersión avalado por el Cardenal Pirelli.
En el relato las intervenciones de personajes, como una actriz de moda que cuestiona al secretario de la Iglesia por qué no “convertir” a su perra chow si ya lo había sido un “policía”, se revelan las delaciones entre el gremio eclesiástico, en el que parece dar lo mismo el reconvenir a una ardilla que a un Pastor Maléfico. No faltan luego las reuniones en las que se permite discurrir a las grandes damas sobre ciertas fiestas: los personajes, en el círculo social que los cerca, se entregan a las pasiones materiales en una ostentosa sala, aunque todos propensos a la boheara, la enfermedad del momento.
El narrador describe con un tono irónico –quizás sólo perceptible en una relectura–, aquellos eventos, nombres e integrantes. La visión externa de este narrador permite una perspectiva privilegiada para explicar lo que piensan, ven y comentan los protagonistas, como Madame Poco, quien “había franqueado los límites que separan la mera curiosidad de la vigilancia profesional” (p. 55), y escudriñar con relativa libertad la psique de los personajes, y detallar así la aparente tranquilidad parroquial en la que coexisten tanto la fastuosa arquitectura de las iglesias como sus historias –incluso la de fantasmas malvados–, los tañidos de unas campanas que adquieren nombres y dimensiones humanas, a Tobbit, el gato negro de la Sacristía –con el que “Febe” Poco habla de su labor de espionaje–, y los pasillos que refieren los trayectos y plegarias del Cardenal Pirelli.
De esta manera, el narrador de la novela cuenta varias historias, como la que se refiere a El Colegio de Señoritas Nobles, en donde las chicas aprovechan y dialogan sobre idilios a la vez que una especie de Celestina asiste a las internas: en esta narración contrasta el atuendo entre barroco y grotesco de la Duquesa DunEden con la aparente apacibilidad de un conjunto de chicas bien y de visitantes que esperan el arribo del Cardenal al momento que las reúne.
Mientras los feligreses que solicitan un servicio como clientes y que, por tanto, adquieren la prerrogativa de ser atendidos como tales, parecen corromper y corromperse. Entonces no faltan las voces de protesta ante esas y otras peticiones, tampoco las diferencias, las creencias en otros dioses, aun estando en una región en la que predomina el culto solamente a una deidad.
En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli, publicada por primera vez en 1926, traducida y prologada por Sergio Pitol, muestra, por una parte, una prosa rica en registros; por otra, una faceta opuesta a lo convencional, no sólo del personaje principal y su correspondiente círculo, sino también, quizás, de la vasta condición humana concentrada en el argumento y la forma de esta obra.
Ronald Firbank.
Foto: Extraída del link http://strangeflowers.wordpress.com/2011/01/17/at-home-with-ronald-firbank/

Ronald Firbank, En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli, Universidad Veracruzana, Col. Sergio Pitol Traductor 12, Xalapa, 2009, 108 pp.

El carpe diem en “Polvos de arroz”

Dos son los grandes temas que nutren las historias en literatura. Si aceptamos esta aseveración habría que, por supuesto, matizar esa dicotomía. 
     Los dos grandes temas (o pulsiones), el eros y el thanatos, se encuentran como un trasfondo en Polvos de arroz, novela de Sergio Galindo, publicada por primera vez en 1958, obra que inauguró la colección Ficción de la Editorial de la Universidad Veracruzana, la serie conmemorativa Sergio Galindo en 2007, y reimpresa recientemente en 2009. Una de sus novelas más estudiadas y comentadas, como lo muestra el proemio del distinguido escritor Sergio Pitol a esta obra, muy probablemente por la trascendencia de estos temas. 
Ambientada en Xalapa y en la Ciudad de México, y en un contexto histórico relevante en los cambios sociales del país, Polvos… es la historia de Camerina Rabasa, un personaje muy singular que se hace invitar a la casa de su sobrina para visitar a escondidas a un “novio”. El narrador de esta historia observa y cuestiona con gran atino cuál es el objeto de vivir, y nos dice: “Es complicado iniciar la reconstrucción de uno mismo y regresar con otros ojos a una vida vivida hace mucho tiempo, con objeto de apresar su significado, y saber: ¿por qué existe uno? ¿Por qué?” (p. 31). 
Estas cuestiones, como ejes temáticos por los cuales se rige la historia de Camerina, fungen como contrapesos de una balanza, de esa “vida” que le tocó vivir a este personaje que, en el despertar tardío de la pulsión erótica, se da cuenta de la respuesta que tiene su cuerpo ante el tacto, al encontrarse en la casa de su sobrina, cuando se estremece ante la posibilidad de observar su cuerpo en un espejo del baño de la casa en la que se ha hospedado como invitada. Un párrafo crucial ejemplifica ese despertar:

No se sonrojó, pero dentro de ella todo latía con perturbación. Su cuerpo no era nuevo, se sabía así. Resultaba reciente una sensación de pecado nacida de un casi imaginar (no llegaba a atreverse por completo) qué es un contacto, qué las manos ajenas palpando esa carne. Su piel temblaba. El temblor terminó con la frotación enérgica de la toalla. Sus movimientos fueron más rápidos que de costumbre y en unos cuantos minutos estaba vestida, de pie ante el pequeño espejo de la recámara. Allí la acción volvió a su normal lentitud, que acabó con la aplicación –tres veces–, de sus polvos blancos. (p. 44)

Ese leve contacto, al parecer, sugiere que el cuerpo trémulo de Camerina quiera mitigar pronto la extraña y perturbadora, en su momento, sensación erótica.
Camerina, en ese tenor, se halla en el dilema de amar o no amar. Ella proyecta la posibilidad de que Perla, su sobrina-nieta, sea cómplice en la huida para llamar y ver a Juan Antonio, el amante por correspondencia. Ambas salen, en efecto, a recorrer la Ciudad de México, pero Camerina se mantiene indecisa de realizar la llamada que la pondrá en contacto con él. Tal indecisión le hace recordar también que la salida al mercado de la capital veracruzana –en el que se detuvo, cerca de ahí, en un puesto de revistas para comprar un ejemplar de Confidencias e indagar en las cartas las posibilidades y escribirle, por ende, a un joven amante– fue uno de los momentos cruciales que han marcado su sino.
La pulsión del eros, entonces, se muestra como una constante que conduce a la sapiencia de la vida y su contrapeso correspondiente, al de la muerte. Camerina, sin embargo, funge como un contraejemplo. Un diálogo entre Lucio –su sobrino y ella esclarece y ejemplifica esta observación:

–¿Sabes qué te voy a contar? –preguntó Lucio sentándose junto a ella–. Que pronto me caso.
[...]
–¡Casarte tú! No digas tonterías, eres un niño.
–¡No lo soy!
[...]
–Es que pensé... ¡Ay, no me hagas caso!... Pero, ¿lo has pensado bien?
–Sí; suponte que me muero dentro de un par de años... Cuando menos tuve experiencias: viví.
–Sí... –dijo ella en voz muy baja–, es cierto... Sí.
No pensaba en Lucio. Se había puesto triste porque Juan Antonio podía estar muerto; podía morirse: iba a morir. Sacudió la cabeza. No hoy, ni mañana, “un par de años”... Camerina no deseaba pensar en la muerte. No quería temerla, como antes. (pp. 63 y 64)

Este diálogo apoya la idea de que existe un conflicto aunque variable perpetuo entre el eros y el thanatos. Lucio, en el fragmento citado, se sabe mortal, acepta esta condición y esta conciencia le permite tomar decisiones propias, incluso pertinentes, en el momento que vive. Pero Camerina ya no quiere pensar en ese conflicto y, por tanto, en las posibilidades de tener experiencias, pues lo que ella anhela lo posterga al negar el decurso natural del tiempo y las correspondientes consecuencias del entorno que la rodea.
En síntesis, esto se relaciona con el tópico del carpe diem (“aprovecha el día presente”, palabras enunciadas por Horacio en las Odas, I, 11, 8, que nos recuerdan que la vida es corta y debemos apresurarnos a gozar de ella), y se muestra como un trasfondo en esta novela que representa la lucha constante entre los dos grandes temas que nutren no sólo a uno o varios personajes en la literatura sino también, quizás, a la humanidad entera. El título, Polvos de arrozrepresenta además una ironía y una metáfora del transcurso del tiempo: maquillar el presente con polvos de arroz disfraza la mayoría de las veces el problema constante de lo efímera y valiosa que es, o puede ser, la vida. 

Sergio Galindo. 
Foto: Archivo de la familia Galindo, tomada de La Gaceta de la UV 
Abril-Junio 2007, Nueva época Núm.102.

Sergio Galindo, Polvos de arroz, Col. Serie conmemorativa Sergio Galindo, Universidad Veracruzana, Xalapa, 2009, 84 pp.