viernes, 1 de marzo de 2013

"Desde el portal", una perspectiva abierta


Si no fuera por el ejercicio de la memoria gran parte de nuestros momentos quedarían sin cobijo, sin sustento, caerían en un vacío, el olvido. Y, aunque el olvido pueda formar parte de la memoria, por fortuna, para nuestra fortuna digo, hay voces que se resisten al olvido de aquellos hechos que han marcado el sino de un país y, en particular, de un estado, el de Veracruz.
Anecdotario en el buen sentido, con historias vivas que no han caducado, tanto por la narración fresca del relato como por lo presente de los temas, las crónicas –las historias breves, los recuerdos delimitados por la palabra, en los que hay personajes dotados de sentido, de reflexión, de humanidad– pasan a través del tamiz de la narradora, de Marcela Prado Revuelta. 
A este respecto, nos dice Concepción Díaz Cházaro en la Presentación al libro que ahora nos ocupa: “Marcela nos va mostrando los cambios ocurridos y es como recorrer, en 30 años de crónicas, un camino que ya conocemos y que en ocasiones añoramos, así como repasar la historia reciente de esta ciudad y puerto”. 
Y así parece serlo, las crónicas –que datan desde abril de 1978 hasta la más reciente en 2009– sobre del puerto de Veracruz, sobre su carnaval, son las impresiones de una observadora que ha vivido en una sociedad compleja, y que nos muestra una visión muy personal, pero objetiva, con el rigor de la narración de hechos históricos, trascendentes; una visión crítica, en el sentido lato de la expresión: usa su criterio, juzga y cuestiona, a partir de sus vivencias, a los diferentes personajes de las historias de este libro, de este conjunto de relatos que convergen en una perspectiva particular.
Perspectiva dada desde un sitio privilegiado, pues para opinar sobre la realidad de este puerto de Veracruz hay que tener un sitio para observar (a los niños trabajadores, a los cuijes del puerto, los accidentes aparentemente nimios de los artículos del hogar, como el uso –o el deceso– de un teléfono, relatado a modo de fábula; la remembranza de la casa paterna y la fabricación de la comida casera que ubica un pasado idílico, y contraponerlo con un presente plastificado; o la atinada puesta del dedo en la llaga de aquel uso de la palabra “temporada” para referirse a la época navideña que añora y recuerda, a veces con sorna, la sobriedad del gasto diario, al ver el despilfarro de la gente cuando consume sin control ni menoscabo alguno, y cuando recuerda el precio de un juguete de un millón y medio, cuando aún no le quitaban tres ceros al peso).
Una visión crítica, expositiva, veraz, sin llegar al lenguaje visceral, por el contrario, es una visión lúcida, trascendente, ajena, por su estilo directo, al chisme y a los entuertos. Visión de sujeto femenino, sí, pero sujeto que relativiza aquella frase que dice “eterno femenino de mujer que sabe latín...”, y da un punto de vista certero sobre la realidad circundante. Visión culta, conocedora de la tradición, de la cultura clásica de occidente que refiere y alude, por ejemplo, a la requisa federal que hiciera el salinismo al puerto de Veracruz, el primero de junio de 1991. 
Visión de la cotidianidad, mas no por eso monótona, a los acontecimientos de una ciudad, a lo más profundo de ésta; las narraciones son breves, pero no por esto menos sustanciales, sino concisas. Literatura que se funde con la mirada y forma una percepción que se orienta al horizonte, y quizás al mar. Pero también es la visión de una madre, de una jarocha por adopción que conoce los inolvidables portales, calles y sitios tradicionales del puerto y de su natal Córdoba; visión que expone, a veces a modo de magister dixit, los problemas que aquejan a la sociedad.
Madre y alumna que recuerda con cariño a sus maestros de banquillo, a quienes dedica un texto; ama de casa, esposa, trabajadora en distintas actividades; amiga y defensora de la música veracruzana tradicional; sí, sabemos de sus gustos, pero también de sus disgustos, de lo que no le parece, de lo que no tolera; hay pues en estas crónicas las dos caras de la moneda, de los acontecimientos, de lo aparentemente cotidiano; contraste de culturas a través de un narrador singular.
Vistos por el tamiz de una periodista profesional, las crónicas refieren sucesos, el pago de la luz, el turismo, hasta los narco-corridos; temas de la tradición particularmente compleja del mexicano, temas profundamente adheridos a la forma de ser de la gente, como si en cada crónica nos viéramos retratados, como si cada una de ellas estuviera dedicada a la intimidad del hogar, y a la ciudad que abre sus brazos como una madre. Esto es lo que comprende, entre otros temas de igual aunque variado enfoque, la primera parte de este libro. Y la segunda parte son crónicas dedicadas a la farándula, que incluye también presentaciones y homenajes a conocidos personajes de la cultura artística nacional que Marcela Prado Revuelta ha conocido, pues es mujer de letras que nos ha develado su entorno, su visión, por supuesto, Desde el portal.

Marcela Prado Revuelta. Desde el portal. Crónicas de Veracruz. Editora de Gobierno del Estado de Veracruz (Colección Summa), Xalapa, 2009, 448 pp.

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