viernes, 1 de marzo de 2013

Un vistazo a los personajes de “En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli”

Los hombres en su vida terrenal persiguen lo concreto no menos que lo ideal...
R. Firbank, p. 106.

Al anunciarse en el título de un libro que las excentricidades de un cardenal son el tema principal, un lector ingenuo, en principio, bien pudiera pensar en cuestiones relativamente extrañas o anormales que escapan a la comprensión común, como por ejemplo los “milagros”. Pero, como reza el adagio popular “piensa mal y acertarás, también cabe otra posibilidad: las particularidades del temperamento, el carácter, la personalidad, los gustos, etc., del personaje en cuestión y el medio en el que se desempeña.
Esta posibilidad es, me parece, la que compete a En torno a las excentricidades del Cardenal Pirlelli, de Arthur Annesley Ronald Firbank (Londres 1886-Roma 1926), novelista inglés que fue un innovador literario de gran importancia, y que era “una figura indispensable de la bohemia artística del Londres de los años veinte”, asevera Sergio Pitol en el proemio. En este relato, continúa Pitol, existe “una viva conexión entre el Orden Superior y este de abajo del que es viva semejanza. Y viceversa”. La forma, hilada por medio de “retazos de diálogo que saltan con brío”, transmite, en conjunto, “una intensa sensación de esa realidad...”. Es así que “en casi todas las novelas de Firbank los motivos religiosos aparecen una y otra vez”, añade el Premio Cervantes en el prefacio.
Vale la pena, entonces, detenerse un instante en el análisis de estas particularidades, tanto del argumento como de la forma, con el afán de mostrar unas cualidades de esta novela, una de las más notables, según Pitol, de Firbank.
Al principio de este relato el narrador refiere el bautizo de Crack, un cachorro “policía”, ocasión en la que un grupo de personalidades presencian la ceremonia, en Clemenza –una ciudad ficticia que alude en gran parte a una ciudad española– ante una concurrencia que se apresta para el acto de inmersión avalado por el Cardenal Pirelli.
En el relato las intervenciones de personajes, como una actriz de moda que cuestiona al secretario de la Iglesia por qué no “convertir” a su perra chow si ya lo había sido un “policía”, se revelan las delaciones entre el gremio eclesiástico, en el que parece dar lo mismo el reconvenir a una ardilla que a un Pastor Maléfico. No faltan luego las reuniones en las que se permite discurrir a las grandes damas sobre ciertas fiestas: los personajes, en el círculo social que los cerca, se entregan a las pasiones materiales en una ostentosa sala, aunque todos propensos a la boheara, la enfermedad del momento.
El narrador describe con un tono irónico –quizás sólo perceptible en una relectura–, aquellos eventos, nombres e integrantes. La visión externa de este narrador permite una perspectiva privilegiada para explicar lo que piensan, ven y comentan los protagonistas, como Madame Poco, quien “había franqueado los límites que separan la mera curiosidad de la vigilancia profesional” (p. 55), y escudriñar con relativa libertad la psique de los personajes, y detallar así la aparente tranquilidad parroquial en la que coexisten tanto la fastuosa arquitectura de las iglesias como sus historias –incluso la de fantasmas malvados–, los tañidos de unas campanas que adquieren nombres y dimensiones humanas, a Tobbit, el gato negro de la Sacristía –con el que “Febe” Poco habla de su labor de espionaje–, y los pasillos que refieren los trayectos y plegarias del Cardenal Pirelli.
De esta manera, el narrador de la novela cuenta varias historias, como la que se refiere a El Colegio de Señoritas Nobles, en donde las chicas aprovechan y dialogan sobre idilios a la vez que una especie de Celestina asiste a las internas: en esta narración contrasta el atuendo entre barroco y grotesco de la Duquesa DunEden con la aparente apacibilidad de un conjunto de chicas bien y de visitantes que esperan el arribo del Cardenal al momento que las reúne.
Mientras los feligreses que solicitan un servicio como clientes y que, por tanto, adquieren la prerrogativa de ser atendidos como tales, parecen corromper y corromperse. Entonces no faltan las voces de protesta ante esas y otras peticiones, tampoco las diferencias, las creencias en otros dioses, aun estando en una región en la que predomina el culto solamente a una deidad.
En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli, publicada por primera vez en 1926, traducida y prologada por Sergio Pitol, muestra, por una parte, una prosa rica en registros; por otra, una faceta opuesta a lo convencional, no sólo del personaje principal y su correspondiente círculo, sino también, quizás, de la vasta condición humana concentrada en el argumento y la forma de esta obra.
Ronald Firbank.
Foto: Extraída del link http://strangeflowers.wordpress.com/2011/01/17/at-home-with-ronald-firbank/

Ronald Firbank, En torno a las excentricidades del Cardenal Pirelli, Universidad Veracruzana, Col. Sergio Pitol Traductor 12, Xalapa, 2009, 108 pp.

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